Vitalismo
¿Que es ?
El vitalismo es una teoría protocientífica según la cual los organismos vivos se caracterizan por poseer una fuerza o impulso vital que los diferencia de forma fundamental de las cosas inanimadas y no está sujeta a las leyes fisicoquímicas generales. A este impulso vital se le suele denominar como élan vital, término acuñado por Henri Bergson en 1907. A pesar de una larga trayectoria histórica intentando demostrar que se trataba de una teoría obsoleta, la obra de Georges Canguilhem y los trabajos de la teórica Jane Bennett siguen planteando que el alcance explicativo del vitalismo sigue más vivo que nunca.
Tradicionalmente se describe como una fuerza inmaterial específica, distinta de la energía estudiada por la física y otro tipo de ciencias que, actuando sobre la materia organizada, daría como resultado la vida y sin la que sería imposible su existencia. Este fundamento físico en su sentido más puro se encuentra actualmente rechazado, no obstante, también encuentra base en fundamentos antropocéntricas y racionalistas, entre otros.
La tesis contraria, el antivitalismo, propugnaba que la fuerza vital no existe y que las reacciones fisicoquímicas que se dan en un organismo vivo siguen las mismas leyes que rigen en la materia inanimada.
También se conoce por «vitalismo» a lo que Scott Lash y otros autores llaman «defensa de la vida». Así, sería usado por movimientos tales como el movimiento animalista, el antiabortismo, el antimilitarismo, el ecologismo, el pacifismo y el veganismo, pero también por estudiosos de la obra de pensadores como Friedrich Nietzsche y José Ortega y Gasset. Los planteamientos orientales de esta segunda definición vendrían de la mano del maestro jaina Mahāvīra en el Oriente, quien combinó el ascetismo de Parsuá con las enseñanzas de los naturalistas ajivika, término que en sánscrito significa «vivientes».
HISTORIA
Ante el fracaso del mecanicismo cartesiano en la explicación de la singularidad de lo orgánico, el vitalismo empieza a expandirse por Europa a finales del siglo XVIII. En biología, este cuadro teórico tuvo un momento fecundo, porque apartaba lo vivo del mecanismo y las explicaciones causales reductivas del pensamiento cartesiano del siglo XVII sin caer en lo sobrenatural. En sentido estricto, el término "vitalismo" designa la escuela de Montpellier y su principal exponente Paul Joseph Barthez (1734-1806). Esta hipótesis fue descartada por la mayoría de los científicos en el momento que Friedrich Wöhler sintetizó un compuesto orgánico, la urea, a partir de compuestos inorgánicos en 1828.11 Posteriormente, este le escribió a Berzelius diciéndole que había sido testigo de "una gran tragedia de la ciencia, la muerte de una bella hipótesis por un hecho feo". La "bella hipótesis" era el vitalismo; el "hecho feo", la placa con los cristales de urea.12 Años después, W. Williams diría que el vitalismo es parte de la base de un gran número de "pseudociencias",13 término utilizado, en este caso, de manera peyorativa. Sin embargo, en la actualidad hay una reactivación filosófica del vitalismo.
Herni Bengson

En el centro de la filosofía de Bergson, encontramos un dualismo básico de mecanismo y vitalidad que se repite en una variedad de oposiciones, como multiplicidades discretas y continuas, puntos y continuidades, o tiempo síncrono y diacrónico.[1] Por un lado, Bergson reconoce que debemos vivir en cuerpos y máquinas, lenguajes y números, cuyas cualidades "discretas" nos separan del flujo de la vida: el élan vital. Por otro lado, a veces hablará sobre la intuición (en lugar de la inteligencia) como una especie de simpatía con las cosas que nos permite caer fuera de la razón y volver a la inmediatez de la vida. Es fácil suponer que Bergson es un animista o vitalista que rechaza los artilugios de la cultura para volver a caer en la fuente del ser.
Sin embargo, cuanto más nos enredamos en ello, más compleja es la imagen de "vitalismo" de Bergson. Es, en el análisis final, un nombre para el ejercicio difícil de pensar dos cosas a la vez: el cuerpo como una fuerza virtual e ilimitada y el cuerpo como un aparato mecánico controlado. Como debemos ser estas dos cosas a la vez, nunca llegamos a ver una versión pura y sin cortes de nosotros mismos como fuerza mecánica o vital. Nos encontramos con el élan en nosotros sólo después de que ha pasado por las divisiones analíticas de algún dispositivo. Es por eso por lo que uno de los motivos recurrentes más frecuentes en Bergson es la formación del compromiso. Sólo vislumbramos la vida cuando los mecanismos por los que pasa se rompen o funcionan mal, de la misma manera, por ejemplo, que para Freud, los secretos del deseo inconsciente sólo se presentan en la expresión fallida y comprometida de nuestros deseos, ya que se revelan en resbalones de la lengua, bromas, sueños y una variedad de comportamientos neuróticos. El análisis más intenso de Bergson sobre este principio de "verdad a través de la descomposición mecánica" es su ensayo, en gran parte subestimado, La risa, al que pronto llamaremos nuestra atención[2].
La metafísica de Bergson de esquemas rotos y dispositivos fallidos anticipa una veta importante y subrepresentada del arte y la teoría que busca evidencia de vitalidad en el fracaso persistente de los dispositivos y esquemas mecánicos que usamos para tratar de regularlo y controlarlo. En un momento, exploraremos este tema bergsoniano de "la verdad en el fracaso" en varios desarrollos del siglo XX: en las artes cómicas, en el cine neorrealista, en el teatro épico y en los primeros experimentos con la fotografía y el cine. Lo que une a todos estos desarrollos muy diferentes es el deseo de escapar del dualismo que reduce el cuerpo a una máquina dócil, controlada o una fuerza vital pura y libre de cargas.
Sin embargo, antes de considerar el desarrollo de Bergson de estas ideas sobre la ruptura y el fracaso, podría ayudar a situar estas reflexiones sobre su vitalismo en un marco histórico más amplio. Lo que voy a sugerir aquí es que los esfuerzos de Bergson para superar el dualismo de lo discreto y lo continuo, lo pegajoso y lo espinoso, están arraigados en la experiencia finita del siglo XIX, en la cual cuerpo y el espíritu experimentan una nueva reorganización. Nuestra primera tarea, entonces, es localizar el vitalismo de Bergson en la era de la finitud.
Concepto (2018) que es vitalismo Recuperado de: https://revista.reflexionesmarginales.com/formaciones-de-compromiso-el-vitalismo-de-henri-bergson/